Por Rogelio Ramos Signes
No soy rápido con las preguntas,
tampoco con las respuestas.
Soy rápido para hacer silencio,
para quedarme callado antes que los demás,
para hacer uso de mi derecho
a permanecer con la boca cerrada,
con las cuerdas vocales en reposo.
Soy rápido para no decir lo que otros dicen,
para callar en medio de la barahúnda.
Sólo sé decir “permiso” y “por favor” y “gracias”.
Eso me permite hacerme entender sin esfuerzo
en cualquier lugar donde me encuentre.
Eso me permite ignorar otras lenguas
por dominar la mía hasta el silencio.
Así voy preparándome sin apuro
para cuando la vida no sea vida,
y el ruido y todo este cacareo ya no tengan sentido.